miércoles, 29 de enero de 2014

El ángel de Budapest

Esta semana se celebró el 'Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto'.

Aunque en Israel la fecha conmemorativa es en abril, esta semana en la Cinematheque de Tel Aviv se están exhibiendo algunas películas relacionadas con este tema...

Hoy fui a ver una de ellas: 'El ángel de Budapest'.

A muchos nos son conocidos nombres como Oskar Schindler o Wallenberg, ambos por una misma razón: haber salvado la vida de miles de judíos durante la II GM.

Sin embargo, entre esa gente tan noble y valiente, también figuran muchísimas personas que han permanecido en el anonimato al menos durante muchos años. Uno de estos grandísimos seres humanos fue un español llamado Ángel Sanz Briz.


En 1944 y actuando por cuenta propia según la mayoría de autores, contribuyó a salvar la vida de unos cinco mil judíoshúngaros durante el Holocausto, proporcionando pasaportes españoles, en un principio a judíos que alegaban origen sefardí en virtud de un antiguo Real Decreto de 1924 del General Primo de Rivera, y posteriormente a cualquier judío perseguido. 

Aunque tanto la calidad de la película como la interpretación de los personajes es bastante mediocre, está claro que lo verdaderamente importante y con lo que debemos quedarnos es el mensaje que se nos transmite. Un mensaje de fe y esperanza en el ser humano. 

Gracias a esta película y a algunos otros documentos que existen al respecto, se nos permite conocer la historia de una persona que, ante el horror y la injusticia, no miró hacia otro lado, sino que tuvo la valentía y el valor suficientes para ser fiel a sus principios, para poner un poco de luz en la oscuridad, aunque ello implicara poner en peligro su propia vida por salvar la de miles de inocentes.

Fue emocionante porque sus hijas estuvieron aquí para presentar la película.

Fue emocionante por saber que la humildad de este hombre era tal que no le gustaba que se le reconociera más de lo necesario su labor.

Fue emocionante por ver la película en Israel.

Fue emocionante porque en la sala había muchos judíos de origen húngaro, algunos de los cuales sufrieron la guerra en su propia piel.

Fue emocionante por ver el agradecimiento sincero de algunos de esos judíos a las hijas de San Briz.

Fue emocionante por haberme dado la oportunidad de hablar con algunos de ellos y haber conocido sus historias personales y familiares, como la de la madre de uno de mis compañeros de trabajo, quien nació en el año 1943 en Budapest y logró sobrevivir junto a su madre escondida bajo una falsa identidad. Años más tarde se fueron a Chile y actualmente viven felizmente en Israel.

Y sí, fue emocionante porque ese ángel llevaba sangre española, mi sangre, nuestra sangre. Personas como esta hacen que uno se sienta orgulloso de su país y su bandera.

En 1991, el Museo del Holocausto Yad Vashem de Israel distinguió su acción y reconoció a sus herederos el título de Justo entre las Naciones, inscribiendo su nombre en el memorial del Holocausto...


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